viernes, 5 de septiembre de 2008

ORESTE BERTA

Corría la época en que Oreste Berta se dedicaba a la preparación de motores Cucciolo. Sin duda alguna, su afán competitivo lo llevó a buscar la excelencia en la preparación a pesar de que su corta edad no le permitiese elaborar un programa de desarrollo a nivel profesional.
“El mago” es de los que sostienen que cuando algo no se puede crear, es necesario corregir o perfeccionar lo mejor del momento en la materia. Y lo mejor del momento era, por aquel entonces, “el nene” Ternengo, quien tenía el Cucciolo más veloz y furioso para la época.
Instruido por los hermanos Grossi, Berta perfeccionaba su fierro de forma muy artesanal: con una lima se pasaba horas desgastando los bordes de su árbol de levas para conseguir la erosión perfecta. Pero encontró la ocasión de mejorar su proyecto cuando Ternengo dejó su móvil apoyado contra un árbol. Transportador en mano, lo único que hizo fue extraer de aquel gran modelo esas variables necesarias para mejorar el suyo.
A simple vista podríamos hablar de plagio. Pero la simpleza se echa a un lado cuando prestamos atención a la situación cronológica, abriendo camino a un atisbo de adultez temprana en sus sentidos: paradójicamente con tan sólo 11 años supo reconocer lo bueno; supo reconocer lo práctico en situaciones enmarañadas.Difícil sería realizar en el escueto espacio de redacción que aquí nos reúne, un detalle pormenorizado de la vida de este creador del mundo de los fierros. La intención tampoco versa sobre el hecho de dilucidar entre la vida y la obra de Oreste Berta porque se manifiesta de forma latente una idea que se establece como hecho, sin espacio para la discusión: hablar de Berta, es hablar del mundo de los autos.
“El mago” nació en Rafaela, una ciudad de la Provincia de Santa Fé en la República Argentina. Ya desde pequeño manifestó su buen manejo con la mecánica: su primera incursión dentro del mundo de los motores fue con las motos, el pequeño y revolucionador motor Cucciolo. Este era el primer contacto del santafesino con el armado de un motor.
Todo estaba listo para dar marcha al primer sonido que marcaría su vida. Igualmente no lo hizo solo sino que recurrió a la ayuda de los especialistas: los hermanos Grossi fueron quienes dieron forma al proyecto de dar arranque al primer motor de Berta. Gracias a ellos, Oreste pudo conocer el funcionamiento del “árbol de levas”.
La magia y el trabajo ya empezaban a fundirse, a modelar al grande que hoy por hoy todos conocemos

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